Ing. Agr. Cecilia Crespo, Ing. Agr. Francisco Javier Pasqualini, Ing. Agr. Gastón Viani.
Agradecemos la colaboración de la Ing. Agr. Silvia Capezio en la revisión de este artículo.
La elección del lote en el cual se realizará el cultivo de papa es una de las primeras y más importantes decisiones a tomar por parte del productor o asesor técnico a la hora de planificar el proceso productivo ya que esta decisión va a repercutir directamente en el rendimiento y calidad de la producción.
El cultivo de papa se adapta a un amplio rango de texturas del suelo, que van desde franco arenosas a franco arcillosas. Estos suelos tienen una buena capacidad de retención de agua, suelen estar bien estructurados y proveen una adecuada aireación. Los suelos más arenosos tienen menor capacidad de retención de agua y nutrientes, y un mayor riesgo de lavado de los mismos. Sin embargo, suelos con altos contenidos de arcillas tienden a una mayor compactación, lo cual reduce significativamente la eficiencia de producción y la calidad comercial de los tubérculos.
La presencia de un horizonte A profundo es importante no solo por el aporte de nutrientes por parte de la materia orgánica, sino también porque permite un buen desarrollo del sistema radical del cultivo. La papa posee un sistema radical reducido, por lo que la presencia de capas impermeables dificulta su desarrollo y como consecuencia ocaciona mermas en el rendimiento del cultivo.
Para conocer que características tiene el suelo se pueden realizar pequeñas calicatas en distintas zonas del lote para observar la profundidad del perfil, textura, presencia de insectos, rizomas y bulbos de malezas. Esta información es de vital importancia para poder planificar las labores culturales de modo tal de preparar la cama de plantación acorde a las necesidades del cultivo.
La topografía del lote es un punto crucial al momento de su elección. Los lotes ideales para papa se caracterizan por tener pendientes moderadas a bajas. Suelos con pendientes pronunciadas llevan a un escurrimiento superficial del agua que disminuye la disponibilidad de la misma para el cultivo, y favorece la erosión hídrica, lo cual conduce a una compactación superficial que puede devenir en problemas de emergencia del cultivo e inconvenientes con la infiltración del agua en el suelo durante su desarrollo. Por otro lado, suelos con relieves cóncavos, característicos de bajos inundables, generan acumulaciones de agua en la superficie y menor drenaje, produciéndose condiciones de anoxia, aumentando la incidencia de enfermedades bacterianas y pudriciones. Los suelos deben ser profundos, sin tosca, bien drenados, y poseer bajas concentraciones de sales solubles y sodio. Para identificar sectores con limitada profundidad, se puede utilizar un penetrómetro, el cual también permite obtener información sobre el nivel de compactación del perfil. Si esta información es georreferenciada se puede obtener un mapa detallado del lote con indicación de profundidad de tosca y superficie vinculada a cada profundidad.
En resumen, se debe considerar:
Conocer la historia del lote es importante ya que influirá en:
¿Por qué es importante comenzar con las labores de preparación de forma temprana? Para favorecer la mineralización y descomposición de residuos que aumentarán la disponibilidad de nutrientes durante el ciclo cultivo. Del mismo modo, este proceso aporta a lograr un efectivo control de malezas. Cuando el cultivo antecesor es un cereal de invierno, la preparación del lote en el Sudeste Bonaerense puede comenzar en marzo. En cambio, si el antecesor es maíz, el inicio de la preparación se verá demorado hasta su cosecha. En años lluviosos, esto puede atrasarse meses, pudiendo comenzar en mayo o junio. A su vez, debido a su mayor nivel de residuos, el maíz o las pasturas requieren una mayor preparación que los cereales de invierno. Otra alternativa común para esta región es utilizar un lote cuyo antecesor es soja. En este caso, para lograr una correcta cama de plantación , por lo general, se requiere una menor cantidad de labores y se garantiza una menor presencia de malezas. Por último, lotes que vienen de girasol pueden ser hospederos de Verticillium spp. Así mismo, es fundamental planificar un correcto manejo del girasol espontaneo que aparecerá durante el ciclo del cultivo de papa.
El historial de cultivos previos, y especialmente el último cultivo sembrado, influirá en la disponibilidad de nutrientes para el cultivo de papa. El nitrógeno residual que queda en el suelo luego de cereales de invierno y pasturas suele ser superior al de soja, o maíz. En el caso particular del rastrojo de maiz, la degradación de residuos requiere el uso del N residual, disminuyendo su disponibilidad en el sistema suelo. Para resolver este problema se aconseja realizar aplicaciones al voleo de nitrógeno e incorporarlo durante la preparación del lote o incrementar la dosis de N durante el ciclo del cultivo de papa en función de su demanda. De todas maneras, siempre es recomendable hacer un análisis de suelos para conocer las concentraciones de nutrientes en el suelo a la siembra y realizar una fertilización ajustada a los requerimientos del cultivo.
Otro factor por considerar es la presencia de nematodos en el lote. En este sentido debemos prestar especial atención en lotes con textura arenosa, ya que ésta favorece su desarrollo. También hay que tener en cuenta los años libres de papa u otros cultivos hortícolas hospederos como la zanahoria, tomate, pimiento, cebolla, espárrago y zapallo entre otros. Si tenemos la sospecha de que en la historia del lote se ha utilizado semilla de papa proveniente de zonas infectadas, lo conveniente es tomar muestras de suelo y realizar un análisis para estimar potenciales riesgos.
Actualmente existen herramientas de agricultura de precisión que pueden ayudar a productores y asesores en la toma de decisiones. El análisis de imágenes satelitales nos permite contar con un historial preciso de lo acontecido en los posibles lotes a utilizar. Estas herramientas nos permiten obtener mapas de riesgo hídrico, riesgos de heladas e identificar y diferenciar zonas de alta, media y baja productividad. Técnicas como estas constituyen una buena fuente de información que facilita y optimiza el proceso de elección del lote.
En resumen, se debe considerar:
Para los lotes del sudeste bonaerense hay que asegurarse que cuenten con agua subterránea de buena calidad y cantidad, que cubra la demanda del cultivo. Debemos prestar atención a la calidad del agua ya que la mayoría de las aguas de la región poseen un alto contenido de bicarbonato de sodio, por lo que su constante utilización puede dar como resultado la sodificación del suelo, que a su vez se traduce en la reducción de la productividad de los mismos. Además, aguas con mayor contenido de sales solubles de sodio puede causar disminuciones importantes en el contenido de materia seca de los tubérculos. Por otro lado, Paz et al. (2006) han propuesto para esta región una clasificación del agua para riego según su salinidad y sodicidad en la que clasifican como seguras a aguas con una conductividad eléctrica (CE) menor a 2 dS/m y una relación de adsorción de sodio (RAS) menor a 15. Cuando la CE se encuentra entre 2 y 4 dS/m y la RAS esta entre 15 y 20 se las considera como aguas dudosas, por lo que se aconseja monitorear la evolución del sodio en el suelo. Aguas con valores mayores a los citados se las considera riesgosas y se desaconseja su uso.
Otro factor a tener en cuenta es la accesibilidad del lote, con esto nos referimos a la cercanía a rutas o centros urbanos, el estado de los caminos para acceder al lote, sobre todo en caso de lluvias. Esto repercute en cuestiones logísticas como el nivel de dificultad de acceso de los camiones para el transporte de la cosecha e influirá en los costos y eficiencia del transporte de insumos, maquinarias y movilidad de las personas que trabajen en el mismo.
Todas estas consideraciones pueden ayudarnos a optimizar la elección de un lote, recordemos que para obtener buenos resultados al final del ciclo productivo debemos tomar decisiones asertivas desde el comienzo.