Balcarce, 1 de febrero de 2018
Ing. Agr. Francisco Javier Pasqualini, Ing. Agr. Gastón Viani.
Agradecemos la colaboración de la Ing. Agr. Silvia Beatriz Capezio e Ing. Agr. Dora Mabel Carmona, por la revisión y aportes de información valiosa para este artículo.
La “mosca minadora de la hoja” (Liriomyza huidobrensis) es una de las plagas principales del cultivo de papa no solo en Argentina sino en muchas regiones del mundo. El principal problema en el manejo de esta plaga radica en los aumentos repentinos del número de moscas, cuyas hembras depositan los huevos que darán origen a las larvas que minan el mesófilo de las hojas, afectando negativamente en el rendimiento del cultivo. La estrategia de control más difundida en el sudeste bonaerense, es el uso sistemático de insecticidas de amplio espectro como el principio activo Lambdacialotrina y el uso de larvicidas como la Abamectina. En muchos casos estos productos son utilizados sin el conocimiento de las características biológicas de la plaga y su relación con el cultivo y no son tenidas en cuenta otras alternativas de manejo de la plaga. Estos métodos de control traen aparejados problemas como la disminución de los enemigos naturales, favoreciendo reinfestaciones, el surgimiento de nuevas plagas y la generación de resistencias por parte de ésta y otras plagas a los insecticidas. Además, en estas situaciones de desconocimiento de la bioecología de la plaga, las aplicaciones de insecticidas son llevadas a cabo en momentos inadecuados o en forma innecesaria, disminuyendo su eficiencia y aumentando significativamente los costos de producción.
En la búsqueda de alternativas al control químico, la adopción de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) dentro del proceso productivo, surge como una opción promisoria. Estas se definen como un conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas que se basan en la inocuidad alimentaria, la seguridad de las personas y la preservación del medio ambiente (Figura 1). Dentro de este último punto encontramos las herramientas que nos ofrece el manejo integrado de plagas (Figura 2). Este manejo debe contar con herramientas para tomar decisiones como el conocimiento biológico de la plaga y su relación con el desarrollo del cultivo para determinar la oportunidad de aplicación en función de los umbrales de daños económicos. Debemos ser conscientes que frente a distintas densidades poblacionales se pueden tomar diferentes decisiones de control de la plaga, teniendo en cuenta factores como la fase fenológica en la que se encuentra el cultivo, su estado sanitario, datos de previsión meteorológica, cercanía a otros lotes de producción, variedad, entre otros. Es fundamental un monitoreo periódico de la población de la plaga y seguir la distribución temporal de su densidad en el lote (Figura 3), así como también seguir la evolución del daño por parte de las larvas minadoras. Esto nos permite formar un criterio preventivo en contraposición al criterio curativo que reacciona cuando el problema ya está instaurado en el lote. Por último, a la hora de tomar una decisión de control para llevar a cabo un manejo integrado exitoso se deben combinar oportunamente los mejores métodos de control disponibles, los cuales pueden ser de carácter biológico, cultural, etológico o químico.
Diversas investigaciones corroboran la estrecha relación entre la fluctuación poblacional de los adultos de esta plaga con la fenología del cultivo. Durante el crecimiento vegetativo las moscas se suelen encontrar en bajas densidades poblacionales y a medida van creciendo las plantas, su número tiende a aumentar. Los mayores picos poblacionales se dan a partir del momento en que el cultivo está cerca de “cerrar el surco”, y junto con el riego se crea un microclima húmedo y fresco, el cual es un ambiente favorable para el aumento poblacional de la plaga, ya que no está expuesta a radiaciones directas. Además, hay mayor concentración de hojas viejas y los estratos inferiores tienen una menor exposición a las pulverizaciones con insecticidas. Hacia el fin del ciclo del cultivo, los tallos se debilitan y las plantas pierden su porte por lo que las densidades de moscas suelen disminuir (Figura 4).
Sin embargo, no significa que vayamos a tener altas densidades poblacionales durante toda la etapa de llenado de tubérculos, ya que esta plaga es muy fluctuante, por lo que es necesario un continuo seguimiento para ser eficientes en el manejo de la misma y evitar aplicaciones innecesarias.
A la hora de utilizar hacia una estrategia química debemos procurar la inocuidad alimentaria, la seguridad de las personas, la preservación del medio ambiente, así como también la eficacia del producto elegido en el control de la plaga. Esto podemos lograrlo combinando las diferentes herramientas que nos ofrece el manejo integrado y de ser posible volcarnos hacia el uso de productos banda verde, que normalmente no ofrecen peligro para los seres humanos (Tabla 1) y selectivos (que no tengan impacto negativo sobre la fauna benéfica). En la República Argentina contamos con diversos principios activos registrados para el control de esta plaga en el cultivo de papa (CASAFE 2017):
A continuación, se enumeran una serie de recomendaciones que nos pueden ayudar en el manejo de esta plaga:
Hoy en día contamos con las herramientas para lograr un proceso productivo más amigable con la salud de los seres humanos y el medio ambiente, y al mismo tiempo más eficiente desde el punto de vista económico. Sin importar el rol que ocupemos dentro del proceso productivo (productor, asesor técnico, dirigente o consumidor) cada uno de nosotros mediante nuestras pequeñas decisiones tenemos el poder de generar grandes cambios.